Bertrand Russell nació en 1872, fue ateo, matemático, escritor, educador y divulgador científico, escribió más de 70 libros, luchó por el voto de la mujer, el pacifismo y por la fundación de una organización mundial en donde por fin se lograría poner fin a todas las guerras. Por ello, y muchas cosas más he admirado a este increíble autor desde hace tiempo. Me gustaría compartirles estos párrafos de algunos de sus libros:
Bertrand Russell y la vida buena.
"La vida buena está inspirada por el amor y
guiada por el conocimiento. El conocimiento y el amor son siempre susceptibles de ampliación; por lo tanto, por buena que sea una vida, se puede imaginar una vida mejor. Ni el conocimiento sin amor, ni el amor sin
conocimiento pueden producir una buena vida….
El amor es una palabra que comprende una gran
variedad de sentimientos; la he usado, adrede, ya que quiero incluirlos todos.
El amor como emoción, que es de lo que hablo, pues el amor “como principio no
me parece genuino, se mueve entre dos polos: de un lado, el puro de gozo de la
contemplación; del otro lado benevolencia pura…. Cuando hablo del conocimiento
como uno de los ingredientes de la vida buena no pienso en el conocimiento
ético, sino en el conocimiento científico y en el de los hechos particulares… Para conseguir una vida buena tenemos que desarrollar la inteligencia, el dominio de nosotros mismos y la compasión".
Fuente: Ensayo “Lo que creo”, inserto en “Por qué no soy cristiano”, de Bertrand Russell, Editorial edhasa.
Prólogo a la Autobiografía de Bertrand Russell
Para qué he vivido.
" Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación.
He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad, esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin- he hallado.
Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprehender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque no mucho.
El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a la tierra. Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro.
Ésta ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad ."
Fuente: "Autobiografía" ,de Bertrand Russell, Editorial edhasa.
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