En el desarrollo total del ser humano mediante la correcta
educación, la calidad del amor debe ser nutrida y sostenida desde el comienzo
mismo. El amor no es sentimentalismo ni es devoción. Es tan poderoso como la
muerte. El amor no puede ser comprado mediante el conocimiento; y una mente
que, sin amor, persigue el conocimiento, es una mente que trafica con la
crueldad y aspira meramente a la eficiencia.
De modo que el educador debe interesarse desde el principio mismo en esta calidad del amor, la cual es humildad, delicadeza, consideración, paciencia y cortesía. La modestia y la cortesía son innatas en el hombre que ha tenido una educación apropiada; él es atento con todo, incluyendo los animales y las plantas, y esto se refleja en su conducta y en su manera de hablar.
El énfasis en esta calidad del amor libera a la mente del ensimismamiento en su ambición, en su codicia y en su afán adquisitivo. ¿Acaso el amor no tiene, en relación con la mente, un refinamiento que se expresa como respeto y buen gusto? ¿Acaso no produce la purificación de la mente, la que de otro modo tiene una tendencia a fortalecerse en la arrogancia? El refinamiento en la conducta no es un ajuste auto impuesto o el resultado de una exigencia externa; surge espontáneamente, con la calidad del amor. Cuando hay una comprensión del amor, entonces el sexo y todas las complicaciones y sutilezas de la relación humana pueden abordarse con sensatez y no con excitación y aprensión.
El educador para quien es de primordial importancia el desarrollo total del ser humano, tiene que comprender las ¡aplicaciones del impulso sexual que juega un! papel tan importante en nuestra vida y, desde el principio mismo, ha de afrontar la natural curiosidad de los niños, sin que en ello se manifieste un interés morboso. El impartir meramente información biológica a los adolescentes puede conducir a la experimentación de lujuria, si no se percibe la calidad del amor.
De modo que el educador debe interesarse desde el principio mismo en esta calidad del amor, la cual es humildad, delicadeza, consideración, paciencia y cortesía. La modestia y la cortesía son innatas en el hombre que ha tenido una educación apropiada; él es atento con todo, incluyendo los animales y las plantas, y esto se refleja en su conducta y en su manera de hablar.
El énfasis en esta calidad del amor libera a la mente del ensimismamiento en su ambición, en su codicia y en su afán adquisitivo. ¿Acaso el amor no tiene, en relación con la mente, un refinamiento que se expresa como respeto y buen gusto? ¿Acaso no produce la purificación de la mente, la que de otro modo tiene una tendencia a fortalecerse en la arrogancia? El refinamiento en la conducta no es un ajuste auto impuesto o el resultado de una exigencia externa; surge espontáneamente, con la calidad del amor. Cuando hay una comprensión del amor, entonces el sexo y todas las complicaciones y sutilezas de la relación humana pueden abordarse con sensatez y no con excitación y aprensión.
El educador para quien es de primordial importancia el desarrollo total del ser humano, tiene que comprender las ¡aplicaciones del impulso sexual que juega un! papel tan importante en nuestra vida y, desde el principio mismo, ha de afrontar la natural curiosidad de los niños, sin que en ello se manifieste un interés morboso. El impartir meramente información biológica a los adolescentes puede conducir a la experimentación de lujuria, si no se percibe la calidad del amor.
EL
ARTE DE VIVIR
J. Krishnamurti
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